Entrevista realizada a Francisco Aznar Vallejo, presidente de la Fundación CICOP.
El Campus Internacional Ciudad de La Laguna acercará a la ciudadanía, del 28 al 31 de julio, temas de actualidad y relevancia global.
Uno de los ejes tres formativos del programa profundizará en el valor del patrimonio, en conmemoración del 25º aniversario de la declaración de la ciudad lagunera como Patrimonio Mundial de la Unesco, con la presencia de ponentes del más alto nivel. Entre ellos, destaca la participación de Francisco Aznar Vallejo, actual presidente del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (CICOP), considerado uno de los mayores conocedores del patrimonio local para su proyección internacional.
Tras más de cuatro décadas dedicadas a la formación, la cooperación y la sensibilización para preservar la identidad cultural en un mundo globalizado, es uno de los codirectores, junto a Juan Manuel Palerm, del curso “Razón de ser del patrimonio en el siglo XXI” dentro del Campus. En su formación abordará los retos actuales de la conservación patrimonial, con especial atención a la revitalización de espacios históricos, dotándolos de nuevos usos y significados.
En esta entrevista, Aznar repasa su trayectoria vinculada a la gestión y conservación del patrimonio histórico, ahondando en algunos de los principales retos de la conservación patrimonial, así como reflexionando sobre la importancia del Campus Internacional de La Laguna para acercar este ámbito a la ciudadanía.
¿Cómo comenzó su vínculo con la conservación del patrimonio?
Desde el año 1985, cuando empecé a dictar un programa de doctorado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna (ULL) sobre innovación y desarrollo de la educación por medio del arte y el patrimonio. Más tarde, realicé un programa Erasmus especializado en Bellas Artes, el primero en este ámbito, entre las instituciones Hoger Instituut voor Schone Kunsten, de Bélgica, el École des Beaux-Arts, de Toulouse, la Accademia di Belle Arti, de Roma y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna. Sin duda, ciudades donde el patrimonio es muy relevante.
Desde entonces no he parado de realizar cursos y congresos, así como elaborar multitud de artículos. Algunas fechas relevantes para mi carrera son, por ejemplo, el año 2013 cuando pusimos a funcionar el Máster Universitario en Uso y Gestión del Patrimonio Cultural de la ULL y el comienzo de mi vinculación con la Fundación CICOP, el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, desde su inicio en 1992.
Nos podría desgranar cuál es la misión principal de la Fundación CICOP y cómo se encarga de proteger el patrimonio cultural de esta ciudad.
El objeto de la Fundación CICOP es la conservación, el manejo, la intervención, la formación, la difusión y el progreso de la actividad que tiene que ver con el patrimonio como un hecho vivo, no como un objeto muerto. Ese es el marco en el que trabajamos, con la celebración de 24 congresos regionales y 16 congresos internacionales, que hacemos cada dos años. Asimismo, cuenta con una fantástica edición de contenidos, siendo una editorial reconocida por la Biblioteca Nacional.
Trabajamos en diferentes proyectos en Canarias, Península y en Iberoamérica. En el caso concreto de La Laguna, que es nuestra ciudad madrina porque acoge nuestra sede, tenemos la intención de sacar adelante no solo nuestros objetivos, sino también multitud de iniciativas que son de interés para la ciudad. Por ejemplo, participamos activamente en el FES (Foro Económico y Social de La Laguna), junto a asociaciones vecinales, etcétera. Ese es nuestro principal valor de encaje aquí.
¿Qué tipo de proyectos desarrolla actualmente la fundación a nivel local e internacional?
Proyectos de formación, por ejemplo, los desarrollados en Ecuador o en Costa Rica, así como proyectos de intervención, como sucede en el complejo arqueológico Cochasquí. Destaca nuestro esfuerzo incansable para la promoción y la supervivencia de los bienes y recursos patrimoniales de Canarias en Iberoamérica. Todo el trabajo realizado en este ámbito puede encontrarse en la página www.canariasamerica.com.
¿Cuáles han sido los mayores desafíos que han enfrentado en los últimos años desde la entidad?
Los desafíos son siempre mantener el barco caminando. Como fundación, contamos con multitud de patronos de elevada categoría con los que remar es un poco más fácil. Por ejemplo, recibimos el respaldo de la Universidad de Alicante, la Universidad de Cartagena, la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad de Oviedo, el Cabildo de Tenerife, el Cabildo de La Palma, el Cabildo de Lanzarote, el Ayuntamiento de La Laguna, la Universidad de La Laguna o la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Nuestro objetivo es poder mantener esa actividad formativa e investigadora que tanto nos interesa. Siempre lo hemos entendido como una formación especializada y una investigación adaptada al mundo del patrimonio.
Para usted, ¿qué valor supone que San Cristóbal de La Laguna ostente la distinción de ciudad Patrimonio Mundial de la Unesco?
En el caso de La Laguna, obviamente este reconocimiento es un fantástico elemento que representa a una ciudad que fue modelo de las que construyeron en América Latina. Destaca la pervivencia de su patrimonio y su influencia en el mundo Iberoamericano desde el principio.
¿Cómo se puede fomentar la participación ciudadana en la protección del patrimonio?
El patrimonio no es una “cosa”, sino que es un proceso discursivo en el que la participación ciudadana es muy importante. Desde la Fundación CICOP pretendemos pasar desde los objetos a los sujetos, y desde la estética a la ética. Entendiendo que el patrimonio no es una cosa estática, sino que es un proceso y que, por lo tanto, es activo y que no se queda en cuidar y mantener las cosas de un pasado periclitado, sino, por el contrario, de procurar que el patrimonio sea un recurso instrumental para el desarrollo sostenible.
Hay que recordar que el patrimonio es una cosa viva y es de los ciudadanos, no de los eruditos ni los académicos. La ciudadanía es la que tiene que decir qué se hace, no solo la autoridad, que es quien sustenta la obligación de tutela y salvaguarda.
Para usted, ¿qué valor tiene la celebración de la primera edición del Campus Internacional Ciudad de La Laguna?
Distintos miembros y patronos de la Fundación CICOP hemos participado con la Fundación CajaCanarias para que, al menos en este primer evento, el patrimonio fuese una de las partes destacadas.
Entendemos que hay que dar un salto cualitativo que permita que el patrimonio no sea entendido como una cuestión vertical que unos supuestos eruditos y diletantes del mundo del patrimonio organizan y deciden sobre él, para que se convierta en una actividad abierta, participativa, en la que son los ciudadanos quienes heredan un legado y, por lo tanto, los que son causahabientes de esa heredad.
El Campus viene a abrir con un grupo de expertos de primerísimo y extraordinario nivel para que la ciudadanía se dé cuenta de todo lo que tiene.
Como codirector del curso “Razón de ser del patrimonio en el siglo XXI”, junto con Juan Manuel Palerm, ¿qué podremos esperar de su intervención en el Seminario Razón de ser del patrimonio en el siglo XXI?
Desarrollaremos diferentes visiones alrededor de la idea clave de que La Laguna puede ser una ciudad museo, pero nunca podrá ser o no debe ser una ciudad mausoleo. La ciudad tiene que ser habitable y el patrimonio lo es. Es un recurso instrumental para el desarrollo sostenible y se necesita la implicación de todos y todas para habitar el patrimonio.
Y para finalizar, ¿cuáles son para usted los principales retos para la conservación del patrimonio en las próximas décadas?
La parte que tiene que ver con la formación es muy importante y, en concreto, todo lo que gira alrededor de la mirada al patrimonio. En la actualidad, hemos pasado del eurocentrismo a entender que hay otras voces, como la iberoamericana u otros patrimonios comunales, que también tiene que tener su reconocimiento. Debemos también tener presente que la digitalización está aquí, el mundo de la tecnología está avanzando para facilitarnos la documentación y el acercamiento. Sin olvidar, otros retos que tienen que ver con el medioambiente, el cambio climático o el tráfico ilícito de los bienes culturales.